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¿Qué es el síndrome de gran altura o síndrome de gato volador?

El síndrome de los gatos voladores describe la constelación de lesiones que se ven cuando los gatos caen desde una altura significativa, desde uno o dos pisos, hasta 20 pisos o más. Los gatos tienen un equilibrio asombroso, pero aún pueden caerse de las escaleras de incendios, los balcones o las ventanas abiertas que no están bien protegidas. Los gatos jóvenes que se distraen con un pájaro, una mariposa, otro gato o similares corren el mayor riesgo.

Paradójicamente, los gatos suelen sufrir lesiones más graves cuando caen desde alturas más bajas o más altas. Con el tiempo suficiente, los gatos pueden girarse para volar por el aire con los pies primero con el cuerpo extendido como un mini-paracaídas. Esto disminuye la velocidad de sus caídas.

Se han encotrado algunas estadísticas sobre lesiones y tasas de supervivencia en gatos que padecen este síndrome. Aquí está el resumen:

El síndrome de gran altura se diagnosticó en 132 gatos durante un período de 5 meses. La edad media de los gatos fue de 2,7 años. El noventa por ciento de los gatos sufrió algún tipo de trauma torácico. De éstos, el 68% tenía contusiones pulmonares y el 63% neumotórax. Los patrones respiratorios anormales fueron evidentes clínicamente en el 55%. Otros hallazgos clínicos comunes incluyeron trauma facial (57%), fracturas de miembros (39%), shock (24%), luxaciones traumáticas (18%), fracturas del paladar duro (17%), hipotermia (17%) y fracturas dentales ( 17%). En el 37% de los gatos se requirió tratamiento de emergencia (de soporte vital), principalmente debido al trauma y el shock torácico. Se requirió tratamiento que no fuera de emergencia en un 30% adicional. El 30% restante se observó, pero no requirió tratamiento. El noventa por ciento de los gatos tratados sobrevivieron.

Esto se reduce a que casi todos los gatos se lastimarán si se caen desde una altura significativa (el 90 por ciento de los gatos tenían algún tipo de lesión en el pecho), pero, y esto realmente sorprende, el 90 por ciento de los gatos tratados por un veterinario por esta causa sobrevivió, y el 30 por ciento no requirió ningún tipo de tratamiento en absoluto.